Veamos ahora qué es el trastorno de pánico y qué se puede
hacer para solucionarlo. El TP es una enfermedad de la ansiedad caracterizada
por la aparición de ciertos síntomas que producen un malestar significativo y
una desregulación emocional, que trae como consecuencia conductas de evitación.
Estas conductas llevan a la persona a no enfrentar todas aquellas situaciones
en las que podría aparecer la crisis.
Cuantos más pensamientos catastróficos, como la idea de
muerte inminente o el temor a enloquecer, a perder el control o a tener alguna
enfermedad grave, mas se padece porque se retroalimenta el circuito del miedo.
Estos pensamientos activan el sistema de alarma. Es lo que se denomina “miedo
al miedo.”
El ataque o crisis de pánico se caracteriza por un malestar
muy intenso, acompañado de sensación inminente de muerte, que se inicia
bruscamente y alcanza su máxima expresión aproximadamente a los 10 minutos de
haber comenzado. Muchos pacientes relatan que los síntomas aparecen “de la
nada”, sin aviso previo y en ausencia de estímulos externos que puedan
desencadenarlos. Pueden aparecer mientras estos se encuentran realizando alguna
actividad e incluso durante el sueño.
Los síntomas físicos más frecuentes son: palpitaciones,
sudoración, sensación de ahogo, temblor, opresión torácica, junto con
pensamientos como el miedo a morir, o volverse loco, o a tener un tumor
cerebral. Sin embargo no todas las personas tienen los mismos síntomas ni estos
tienen la misma intensidad.
EL DIAGNÓSTICO
Para llevar a cabo un diagnóstico de TP es necesario que la
persona presente ataques de pánico recurrentes e inesperados y que, al menos
una de las crisis, haya sido seguida durante un mes (o más) de uno (o más) de
los siguientes: inquietud persistente ante la posibilidad de sufrir nuevas
crisis; preocupación por las consecuencias de la crisis; y cambio significativo
del comportamiento relacionado con las crisis.
Si estos criterios no se cumplen estamos hablando de crisis
o de ataque de pánico y no de un trastorno.
Es común que aquellos que sufren estas crisis comiencen a
depender de otras personas o de determinados lugares para sentirse seguros. En
ese caso estaríamos hablando de un TP con agorafobia.
¿Cuál es el tratamiento y cuándo es el momento adecuado para
consultar? La terapia cognitiva conductual junto con la farmacoterapia son los
tratamientos de elección para el tratamiento de este trastorno.
Si el cuadro es
severo por la intensidad y frecuencia de las crisis el tratamiento
farmacológico es imprescindible. Por eso es muy importante bloquear las crisis
lo antes posible, ya que las mismas mantienen y alimentan el pánico reforzando,
como dijimos antes, el círculo vicioso característico de estos trastornos. Las
técnicas que se instrumentan desde el comienzo del tratamiento y la medicación
ayudan a que el paciente se sienta más en control de la situación, sin el temor
a estar a merced de los síntomas. Las crisis de pánico no desaparecen solas.
El miedo al miedo y la evitación son las consecuencias más
características. La evitación alivia la sintomatología solo en el corto plazo,
pero a largo plazo genera mayor inseguridad y ansiedad, perpetuando el miedo.
La vida de estas personas puede reducirse significativamente
ya que solo circulan por aquellos lugares donde se sienten seguros. La persona
puede evitar por ejemplo viajar en micro si en el pasado sufrió una crisis
mientras viajaba o evitar ir a un recital si la misma se produjo estando entre
la multitud. De esta manera lo que logra es evitar los síntomas pero con serias
consecuencias, ya que sus desplazamientos se van restringiendo y la posibilidad
de circular se vuelve casi nula.
Muchos pacientes recurren al alcohol o a la drogas para
relajarse, porque la tensión en el cuerpo cuando la ansiedad es muy elevada les
resulta intolerable. “Peor el remedio que la enfermedad” podría decirse sobre
esta conducta, dado que luego la persona tendrá que tratar otro problema, su
adicción.
Para estar alerta
¿Qué factores pueden facilitar que se desencadene una crisis
de pánico?
- El consumo excesivo de alcohol y drogas.
- El consumo de pastillas para adelgazar.
- Consumo excesivo de café y bebidas cola.
- Consumo de tabaco.
- Situaciones de vida muy estresantes.
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