Tal y como recogen diversos medios estos días, los problemas
de ansiedad y depresión constituyen uno de los principales motivos de consulta
en Atención Primaria. La situación actual de crisis económica ha agravado
notablemente la prevalencia de estos trastornos, de tal manera que los expertos
advierten que en el 2020 constituirán la primera causa de discapacidad en el
mundo.
Recientemente, en el marco de un congreso nacional sobre
ansiedad y trastornos comórbidos, profesionales de la medicina han reconocido
que los tratamientos farmacológicos actuales resultan insatisfactorios en estos
casos, ya que sólo son efectivos en la mitad de los pacientes y su
administración no elimina cierta patología residual que se mantiene en el
tiempo.
En contrapartida, y si tenemos en consideración la evidencia
científica de los últimos años, la terapia psicológica y, específicamente, la
terapia cognitivo-conductual, ha demostrado ser una alternativa más eficaz y
económica que los fármacos para el tratamiento de la ansiedad y de la depresión
y, a diferencia del tratamiento farmacológico, no supone ningún riesgo para la
salud y no presenta ningún efecto secundario adverso.
Además de reducir los síntomas de ansiedad y depresión y
mantener estos cambios terapéuticos a largo plazo, el tratamiento psicológico
proporciona otros beneficios en comparación con el tratamiento farmacológico,
tales como una mayor adherencia al tratamiento, una disminución significativa
del riesgo de recaídas y una elevada tasa de recuperación (es decir, a
diferencia de los fármacos, no deja ninguna "patología residual"),
evitando la cronificación del trastorno y disminuyendo, consiguientemente, el
número de visitas al médico y los días de hospitalización.
De hecho, las principales guías de práctica clínica basadas
en la evidencia científica, tanto internacionales como nacionales (como la del
National Institute for Health and Clinical Excellence –NICE-), recomiendan la
terapia cognitivo-conductual como el tratamiento de primera elección para el
trastorno depresivo leve y moderado, el trastorno de angustia, el trastorno
obsesivo-compulsivo, el trastorno de ansiedad generalizada y las fobias
específicas.
Asimismo, el tratamiento psicológico es aconsejable por
encima del farmacológico cuando el problema de salud mental que presenta el
paciente está complicado por otras condiciones médicas, como abuso de alcohol o
drogas, o problemas crónicos de salud física, así como en el caso de niños,
adolescentes y mujeres embarazadas, debido al riesgo elevado para la salud que
supone el consumo de psicofármacos en estos grupos de pacientes. Sólo en los
casos severos se recomienda el uso de medicación, pero siempre en combinación
con tratamiento cognitivo-conductual, e informando al paciente sobre los objetivos
terapéuticos, la duración del tratamiento farmacológico, los posibles efectos
secundarios y los riesgos que conlleva una interrupción brusca de la
medicación.
Por todos estos motivos, numerosos organismos competentes en
materia de salud -como la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Instituto
Nacional para la Salud y la Excelencia Clínica del Reino Unido (NICE) o la
Federación Mundial de la Salud Mental (WFMH)- señalan las ventajas económicas y
psicosociales de la implementación de terapias psicológicas en los servicios de
Atención Primaria, así como la necesidad de los ciudadanos de recibir otro tipo
de atención sanitaria menos medicalizada, más humanizada y, sobre todo, más
ajustada a sus necesidades.
Como ejemplo práctico, esta estrategia ya se ha puesto en
marcha con éxito en el Reino Unido, que ha incorporado a más de 5.000
psicólogos en los servicios de Atención Primaria para ofrecer tratamiento
psicológico basado en la evidencia y cubrir la demanda asistencial que
requieren los problemas de ansiedad y depresión. Los informes y estudios
publicados muestran el éxito de esta estrategia de actuación frente al abordaje
farmacológico tradicional, así como la gran satisfacción manifestada por parte
de los usuarios de los servicios de salud de ese país.
Sin embargo, a pesar del respaldo científico que avala la
terapia cognitivo-conductual, en nuestro país, el modelo asistencial que impera
en salud mental, excesivamente medicalizado y biologicista, así como el escaso
número de profesionales de psicología en el sistema sanitario, impiden el
acceso al mejor tratamiento posible para las personas afectadas de estos
problemas.
En el marco del congreso sobre ansiedad y trastornos
comórbidos mencionado anteriormente, los profesionales de la medicina manifestaron
su inclinación a tratar estos problemas con unos fármacos de reciente aparición
(denominados "duales"), otros nuevos antidepresivos e, incluso,
anticonvulsivos, dado que la terapia psicológica es un artículo de
"lujo" y que no parece que nuestro modelo sanitario siga el camino de
incorporar, como recomiendan los organismos internacionales, más psicólogos en
el sistema sanitario.
Esta insistencia en anclarse en un modelo de intervención
-el farmacológico- que ha demostrado no ser el mejor tratamiento disponible,
cuestiona gravemente la calidad asistencial que se ofrece a los ciudadanos. Las
decisiones clínicas deberían ir encaminadas, no necesariamente hacia la
medicalización, sino hacia la respuesta terapéutica que, sobre la base de la
evidencia empírica, haya demostrado una mayor eficacia y eficiencia.
La tendencia a recetar fármacos de manera abusiva (a pesar
de sus efectos secundarios, de su dudosa eficacia para el tratamiento de
algunas dolencias y del elevado coste económico que suponen), tiene serias
repercusiones que transcienden al ámbito personal o social. A este respecto,
Infocop ha publicado recientemente una serie de artículos, en los que
diferentes investigadores reflexionan sobre la verdadera eficacia de los
antidepresivos, los efectos nocivos de la administración de psicofármacos a la
largo plazo, la dudosa validez de la teoría que reduce la explicación de los
trastornos mentales a simples desequilibrios bioquímicos y sobre los intereses
económicos de la industria farmacéutica en perpetuar estos modelos de actuación
en salud mental .
fuente:
http://www.infocop.es/view_article.asp?id=3854
fuente:
http://www.infocop.es/view_article.asp?id=3854