Dr. Francesc Civil: «La presión excesiva y las expectativas
generan fobias y miedos»
ABC.es ha hablado con un especialista sobre estos trastornos
de ansiedad tan comunes en el siglo XXI
Ana Verónica García
Según la Sociedad española de Psiquiatría, el 6% de la
población sufre actualmentealgún tipo de fobia, un miedo patológico, excesivo y
desproporcionado por su intensidad a una situación o cosa que conduce a un
deseo impulsivo de evitarlo, creando una limitación e incapacidad frente a lo
temido.
«La presión nos alienta, nos da coraje y nos motiva pero si
es excesiva nos puede acabar acobardando y disminuye el rendimiento. Hace que
acabemos viendo esta presión excesiva como una amenaza, lo que nos inutiliza»
así explica a ABC.es el doctor Francesc Civil i Ribot, miembro de Saluspot y
psiquiatra barcelonés en el Consultori Dr. Francesc Civil Ribot, cómo unas
expectativas poco realistas pueden acabar generando patologías fóbicas en la
persona.
Plantearse la vida con una «exigencia digerible y proporcionada
a la realidad y a las capacidades de cada uno» con metas realistas que puedan
ser ejecutadas es una de las recomendaciones que propone el Dr. Civil para
evitar caer víctimas de este trastorno de ansiedad, «planteándonos la vida sin
excesiva prisa, hacer las cosas con tiempo suficiente como para que no tengamos
que ir con la lengua fuera la mitad de nuestra vida».
En los tiempos que corren en los que todos somos víctimas
del estrés y las prisas, este psiquiatra barcelonés recomienda igualmente aprender
a relajarse «aunque sean 5 segundos sin pensar en nada, en pequeños ratitos
cada día y cada día un poquito más con técnicas que pueden hacer cada uno por
sí mismo» así como «el ejercicio físico moderado y regular», que es un
antiestrés y «ayuda a superar las fobias porque es un antidepresivo y un
ansiolítico maravilloso».
Pero ¿qué son las fobias? El doctor Civil las define como
«un miedo excesivo y desproporcionado por su intensidad a una situación o cosa,
un miedo patológico que se enmarca dentro de los trastornos de ansiedad» y que
se clasifican en tres tipos: específica, social y agorafobia. «Un miedo se
convierte en una fobia cuando se convierte en patológico, cuando provoca un
malestar clínico subjetivo o un deterioro en el comportamiento que impide hacer
una vida normal» y se produce la «conducta evitativa y la ansiedad
anticipatoria».
Las primeras y más frecuentes, las fobias específicas o
simples, se dirigen hacia un objeto o situación muy determinados como animales,
«arañas, serpientes, ratones..., incluso perros, gatos», o situaciones
ambientales «como las tormentas o los truenos, a las alturas, espacios
cerrados, a conducir, a pasar por túneles, a los ascensores, ir en avión,
etc...» que, aun «sin acarrear ningún déficit adaptativo a quien las padece»
pueden acabar convirtiéndose en un miedo patológico y excesivo.
La fobia social consiste en un miedo o ansiedad intensa en
una o más situaciones sociales en las que «el individuo está expuesto a ser
evaluado por parte de los demás» y «se convierte en el centro de atención»,
como una conversación, reunirse con extraños, ser observado comiendo en público
o actuar delante de otras personas.
La agorafobia es el miedo a los espacios abiertos, a salir a
la calle solos. La persona que la padece tiene que salir acompañada y, muchas
veces, no puede ir más allá de un espacio archiconocido. El profesor titular de
psiquiatría en la Universidad de Cádiz, Leonardo Casáis, explicó también, en el
XXIII Curso de Actualización en Psquiatría, que el concepto se ha ampliado al
uso de transporte público, sitios cerrados, hacer cola, estar en medio de una
multitud o estar fuera de casa sólo.
Si el paciente intenta enfrentarse a esa situación, «aparece
la angustia y se produce una crisis de ansiedad o un ataque de pánico con una
sensación de ahogo, el corazón se acelera, a veces se produce vista borrosa,
otras veces sonidos, sensaciones vertiginosas y un miedo tremendo tremendo a
caer, enloquecer y hacer el sumo ridículo» detalla el doctor que relata cómo
hay agorafóbicos que, para enfrentarse a este miedo, «adoptan medidas
compensatorias como por ejemplo salir con el carro de la compra aunque no vaya
a comprar pero que le ayuda a sentirse protegido o ir con un animal doméstico
que les hace sentirse más seguros». Sin embargo los casos más extremos ni
siquiera pueden valerse de ningún familiar o cercano para salir, incluso de su
propio domicilio.