¿Cura un libro?
En primer lugar, necesitamos acotar la pregunta.
Preguntar “¿curan los libros de autoayuda?” es similar a preguntar “¿cura
hablar con otra persona?”, en tanto la respuesta será la misma: depende. Si uno está deprimido, quizá encuentre que no es lo
mismo hablar con un terapeuta que con un odontólogo, aún cuando ambos
pertenezcan al género humano (cosa que dudo de mi propio odontólogo). Y es que
no todos los libros de autoayuda son iguales; lo que se suele denominar
“autoayuda” es un género, y no es muy inteligente emitir juicios globales
acerca de todo un
género literario.
Borges decía que un poeta debe ser juzgado por lo
mejor que ha escrito, y siguiendo esa admonición, vamos a observar lo mejor que
el género “autoayuda” tiene para ofrecer. Hay libros de autoayuda psicológicos
que relatan experiencias de vida; otros que comunican la revelación de su
autor; otros parecieran estar escritos en un estado de severa intoxicación
alcohólica.
No es muy inteligente emitir juicios globales acerca de todo un género literario
Pero hay otros que han sido escritos por
profesionales de salud mental, basados en teorías sólidas, libros cuya utilidad
ha sido investigada. En psicología se denomina “biblioterapia” a los tratamientos cuyo principal vehículo
consiste en leer un determinado libro o manual de autoayuda. A veces
se denomina a estos abordajes“intervenciones autoadministradas”.
Las investigaciones en biblioterapia se suelen
realizar reclutando pacientes con una sintomatología específica – ansiedad y
depresión, por ejemplo -, a los cuales se les asigna un libro para leer y
aplicar durante un período de tiempo; antes y después de trabajar con el libro
se toman determinados tests psicológicos, se mide la adherencia al tratamiento
(es decir, qué tanto el libro fue leído y aplicado), y en algunos casos se
compara esos resultados con grupos control, o incluso con los resultados
obtenidos por una psicoterapia cara a cara. También por lo general una vez
terminado el período del estudio (alrededor de 3 meses), se realiza un seguimiento
después de algunos meses o años.
Los datos
Los resultados de las investigaciones varían.
Después de todo, lo que se denomina autoayuda tiene numerosas variables: tipo
de sintomatología y gravedad, por ejemplo. Algunos tratamientos se realizan con
un contacto terapéutico esporádico (por ejemplo, un psicólogo chequeando el
progreso una vez por mes), mientras que otros utilizan exclusivamente el
material sin contacto con un profesional. Finalmente, varía el formato: algunos
materiales son puramente impresos, otros incluyen recursos multimedia como
audio y video. Por eso lo que vamos a revisar son meta-análisis, es decir,
investigaciones que se realizan analizando
los resultados de varias otras investigaciones, de manera de darle sentido a una gran cantidad de
datos. Veamos:
Un meta-análisis de Hirai & Clum (2006), en el
cual se analizaron 33 estudios que testearon intervenciones de autoayuda para
ansiedad encontró que las intervenciones fueron “moderadamente efectivas” para
ansiedad cuando se compararon con grupos control, y este efecto parece
sostenerse tanto a corto plazo (1-4 meses), como a largo plazo (más de 6
meses). En este mismo meta-análisis, si bien la terapia cara a cara resultó en
general más efectiva, para
ciertos trastornos –trastorno de pánico, por ejemplo- no hubo diferencia en
eficacia entre las intervenciones de autoayuda y la terapia cara a cara.
El contacto con el terapeuta mejora
los resultados de la biblioterapia
Cuijpers (1997), analizó 7 estudios sobre
biblioterapia en depresión unipolar –sus resultados sugirieron que la
biblioterapia no es menos efectiva que el tratamiento cara a cara, si bien dado
el reducido número de estudios este enunciado es tomado con cautela.
Marrs (1995), por otro lado, encontró que las
intervenciones de autoayuda resultaron más útiles en ciertos problemas
(asertividades, disfunciones sexuales, ansiedad), que en otros (obesidad,
control de impulsos y dificultades en el estudio –me pregunto por qué sería
menos eficaz una intervención que consiste en leer un libro cuando el problema
consiste en dificultades para estudiar…). También sugiere que el contacto con
el terapeuta mejora los resultados de la biblioterapia en algunos casos
(problemas de ansiedad y tratamientos para pérdida de peso), pero no es
necesariamente así en todos los casos.
Menchola y colaboradores (2007), en uno de los
meta-análisis más recientes, incluyeron sólo investigaciones que utilizaron
contacto mínimo con terapeutas (es decir, la mayor parte de la intervención
consistió en trabajar sobre los materiales de autoayuda), y sus resultados
sugieren que, si bien las intervenciones de autoayuda son mejores que no
recibir tratamiento, sus resultados son inferiores a los de la terapia cara a
cara.
La paja del trigo
La cantidad de meta-análisis sobre las
intervenciones de autoayuda es grande; la cantidad de investigaciones que
utilizan intervenciones de autoayuda es aún mayor. Revisarlas todas va más allá
del alcance de este artículo, pero podemos arriesgar algunas conclusiones
generales con cierta cautela: para algunos problemas, las intervenciones de
autoayuda son mejores que nada; en algunos casos las intervenciones de
autoayuda bien diseñadas pueden ser tan efectivas como un tratamiento
cara a cara.
Las intervenciones de autoayuda no son una panacea
ni mucho menos, pero pueden ser útiles en algunos casos.
El problema está en encontrar la aguja en el pajar.
Los libros de autoayuda suelen enojar a los psicólogos, y con razón: en su gran
mayoría son basura. Pero es fácil olvidar un par de cosas: en primer lugar, un
libro es barato comparado con un tratamiento. En segundo lugar –y esto quizá
resulte difícil de entender para los psicólogos de ciudades densamente
pobladas-, no siempre es fácil acceder a un psicólogo. Argentina, por ejemplo,
tiene el índice de psicólogos per cápita más alto del mundo –pero esto sólo es
cierto en Buenos Aires; en algunos lugares del resto del país, conseguir un
psicólogo es punto menos que imposible por un motivo muy simple: no hay.
Los libros de autoayuda suelen enojar a los psicólogos, y con razón: en
su gran mayoría son basura
Muchas veces, los libros de autoayuda buenos han
surgido como una forma de dar respuesta a estas situaciones. Por ejemplo, “Sal
de tu mente, entra en tu vida” de Hayes y Smith comenzó como una serie de
cuadernillos para presos en Estados Unidos, una población enorme de personas
que no pueden acceder a ningún tipo de ayuda psicológica.
Yo mismo crecí en un
lugar en donde había una psicóloga para 5000 habitantes, y la situación no era
mejor en las poblaciones cercanas (la situación mejoró mucho: la última vez que
pregunté habían 2 psicólogas). Aún hoy, cuando voy de visita, me suele pasar
que alguien me hace una consulta sobre un problema psicológico y las
sugerencias que puedo hacer son muy limitadas porque no hay
suficientes opciones de tratamiento. Es entonces cuando la posibilidad de
ofrecer un material que ayude, aún cuando no reemplace una terapia, se vuelve
crucial.
La pregunta pica en un lugar difícil de rascar: ¿cómo ayudamos a las personas que
por motivos económicos o geográficos no pueden acceder a una terapia cara a
cara? O quizá la pregunta que pica es esta: ¿intentamos ayudarlos o no?
La cuestión entonces quizá pase no tanto por
rechazar todo libro de autoayuda, sino más bien, por discriminar mejor:
¿qué libros funcionan, en
qué medida, para qué pacientes y con qué problemas?
Es provocador pensar que mientras los medicamentos
que se proponen para problemas psicológicos tienen que demostrar empíricamente
su eficacia para dichos problemas con ensayos controlados aleatorios, este
requisito no suele aplicarse a los tratamientos psicológicos ni a los
libros que se ofrecen para solucionar problemas psicológicos.
Quizá la mejor respuesta que podamos dar a estas
situaciones no pase por condenar en masa todo lo que se denomine “autoayuda”,
sino en separar la paja del trigo, prestar más atención y asegurarnos de
ofrecer materiales que ayuden para lo que dicen ayudar.
Como cierre
La búsqueda de libros de autoayuda útiles no es
fácil. Como dijimos antes, no son una panacea, pero pueden servir en algunos
casos aislados. Hay algunos libros, tales como “Sentirse bien”, de David Burns,
o “Sal de tu mente, entra en tu
vida” de Hayes y Smith, para
citar un par de ejemplos, que tienen investigaciones que los respaldan como
útiles para ciertos problemas psicológicos; pero sin duda la mayor
dificultad en este terreno está en separar los libros de autoayuda dañinos de
los libros de autoayuda armados a conciencia.
La búsqueda de libros de autoayuda
útiles no es fácil
Como decíamos en la sección anterior, no hay
regulaciones ni garantías, por lo que hay que usar cierto criterio al buscar.
Estas son algunas pautas que si bien no garantizan nada, pueden ayudar a
separar la paja del trigo (en parte se las robamos a Arkowitz y Lilienfeld):
· -Revisen las credenciales del autor.
Haber aparecido en un programa de televisión no convierte a nadie en experto, y
en general es preferible si el libro está escrito por un profesional de la
salud mental debidamente acreditado. Investiguen si el autor ha realizado
investigación, suele ser una buena señal.
- Fíjense en las últimas páginas del
libro, ¿cita investigaciones o bibliografía de referencia? Suele ser una
buena señal si lo hace.
· -Revisen la orientación teórica del
libro e intenten averiguar en qué se basan las afirmaciones y el abordaje que
se propone; si bien no esto no es excluyente, la mayoría de los libros de
autoayuda que han demostrado alguna utilidad pertenecen a las denominadas terapias
cognitivo-conductuales.
-En general, es
preferible que el libro tenga una orientación teórica reconocida y utilice
principios psicológicos con evidencia empírica.
-Escapen a los libros que ofrecen
soluciones universales, globales y definitivas. Los libros que han funcionado
usualmente se enfocan sobre problemas concretos, con sugerencias acotadas.
Todo esto, por supuesto, es meramente orientativo,
ninguna de estas pautas asegura que el libro sea útil (como tampoco su ausencia
asegura que sea inútil).
Y por favor, recuerden esto: los libros son sólo un
soporte, no son útiles en todos los casos ni para todos los problemas. Si van a
usarlos, háganlo con un grano de sal. Si el problema psicológico es serio, si
las dificultades vitales son significativas, si hay ideación suicida, si hay
conductas que ponen en riesgo la vida o integridad física, si mientras
están con el libro las cosas empeoran o no parecen funcionar:busquen terapia con un profesional.
Referencias
Cuijpers, P.
(1997). Bibliotherapy in unipolar depression: a meta-analysis. Journal of
Behavior Therapy and Experimental …, 7916(2), 139–147.
Hirai, M.,
& Clum, G. A. (2006). A meta-analytic study of self-help interventions for
anxiety problems. Behavior Therapy, 37(2), 99–111.
Marrs, R.
(1995). A meta-analysis of bibliotherapy studies. American Journal of Community
Psychology, 23(6), 843–870.
Menchola, M.,
Arkowitz, H. S., & Burke, B. L. (2007). Efficacy of self-administered
treatments for depression and anxiety. Professional
Psychology: Research and Practice, 38(4), 421–429.