La Teoría de los Marcos relacionales (RFT) es una teoría
sobre el lenguaje y la cognición que sirve de base experimental a la Terapia de
Aceptación y Compromiso (ACT) (Gómez, López y Manjón, 2007).
Según esta teoría, el lenguaje tiene indudables aspectos positivos, habiendo permitido a los seres humanos alcanzar niveles de control del mundo externo extraordinarios, o el desarrollo de la ciencia, de la literatura, etc.
Según esta teoría, el lenguaje tiene indudables aspectos positivos, habiendo permitido a los seres humanos alcanzar niveles de control del mundo externo extraordinarios, o el desarrollo de la ciencia, de la literatura, etc.
El lenguaje está claramente relacionado con la lógica, el
establecimiento de relaciones causa-efecto o la solución de problemas sin tener
que aprender exclusivamente por ensayo y error.
Podemos predecir los problemas, anticipar posibles soluciones, relacionar información procedente de diferentes ámbitos y utilizarla para solucionar un problema particular. Podemos controlar nuestro comportamiento "pensando en el mañana".
En definitiva, el lenguaje dota a los seres humanos de una clara ventaja adaptativa.
Podemos predecir los problemas, anticipar posibles soluciones, relacionar información procedente de diferentes ámbitos y utilizarla para solucionar un problema particular. Podemos controlar nuestro comportamiento "pensando en el mañana".
En definitiva, el lenguaje dota a los seres humanos de una clara ventaja adaptativa.
Sin embargo, este recurso tan valioso tendría también, por
decirlo así, su "lado oscuro". Podemos sentirnos mal casi en
cualquier circunstancia.
-Podemos traer al presente algo desagradable que nos ocurrió en el pasado y teñir ese presente de sensaciones, emociones y pensamientos desagradables.
-Podemos estar físicamente en un lugar y psicológicamente en otro.
-Podemos aislarnos del presente con tanta facilidad, que la vida pasa "sin que nos demos cuenta".
-Podemos estar obsesionados con el futuro o con nuestro pasado.
-Podemos odiar o amar a alguien que apenas conocemos.
-Podemos construir "imágenes" estáticas de las personas o de la realidad que sin embargo cambia continuamente.
Conductas como alimentarse o dormir, que para cualquier animal son reguladas naturalmente, pueden convertirse en un verdadero problema para los humanos.
-Podemos, llegado el caso extremo, suicidarnos porque pensamos que "somos despreciables y que no hay futuro para alguien así".
En resumen, el lenguaje también limitaría nuestro contacto con el presente, haciendo nuestro comportamiento más rígido.
-Podemos traer al presente algo desagradable que nos ocurrió en el pasado y teñir ese presente de sensaciones, emociones y pensamientos desagradables.
-Podemos estar físicamente en un lugar y psicológicamente en otro.
-Podemos aislarnos del presente con tanta facilidad, que la vida pasa "sin que nos demos cuenta".
-Podemos estar obsesionados con el futuro o con nuestro pasado.
-Podemos odiar o amar a alguien que apenas conocemos.
-Podemos construir "imágenes" estáticas de las personas o de la realidad que sin embargo cambia continuamente.
Conductas como alimentarse o dormir, que para cualquier animal son reguladas naturalmente, pueden convertirse en un verdadero problema para los humanos.
-Podemos, llegado el caso extremo, suicidarnos porque pensamos que "somos despreciables y que no hay futuro para alguien así".
En resumen, el lenguaje también limitaría nuestro contacto con el presente, haciendo nuestro comportamiento más rígido.
Según la RFT, se podría decir que hay algunas propiedades
del lenguaje, que hacen que el sufrimiento psicológico pueda ser algo muy común.
Una de ellas sería, precisamente, el contexto de la literalidad o la capacidad de creernos literalmente lo que nuestros pensamientos, emociones, sensaciones nos marcan y actuar siguiendo sus dictados.
Así, si una persona piensa de sí misma que es "basura" y que "no vale para nada", probablemente esto limite enormemente su manera de comportarse, produciéndose una falta de flexibilidad.
Una de ellas sería, precisamente, el contexto de la literalidad o la capacidad de creernos literalmente lo que nuestros pensamientos, emociones, sensaciones nos marcan y actuar siguiendo sus dictados.
Así, si una persona piensa de sí misma que es "basura" y que "no vale para nada", probablemente esto limite enormemente su manera de comportarse, produciéndose una falta de flexibilidad.
La cuestión aquí es que en la mayoría de las ocasiones no
nos damos cuenta de que nuestros pensamientos, emociones, etc. son sólo eso,
pensamientos y emociones y vemos el mundo a través de los mismos.
Así, si estoy triste, la vida me parece "un desastre", pero si las cosas me van bien, entonces la vida es "maravillosa".
El resultado es que en la mayoría de las ocasiones no trascendemos nuestros pensamientos y estados de ánimo y vivimos en una "montaña rusa", en la que nos sentimos bien cuando el "viento sopla a favor" y nos sentimos mal "cuando sopla en contra".
Así, si estoy triste, la vida me parece "un desastre", pero si las cosas me van bien, entonces la vida es "maravillosa".
El resultado es que en la mayoría de las ocasiones no trascendemos nuestros pensamientos y estados de ánimo y vivimos en una "montaña rusa", en la que nos sentimos bien cuando el "viento sopla a favor" y nos sentimos mal "cuando sopla en contra".
Otro de los repertorios más tóxicos, por decirlo así, sería
nuestra continua categorización, evaluación y comparación de la realidad. Esto
implica dividir el mundo de una manera arbitraria, generando en muchas
ocasiones un efecto de distancia y/o rechazo psicológico.
Así, decimos que una persona es "buena" o "mala", nos relacionamos con una persona de manera diferente porque es "árabe", o pensamos de nosotros mismos que somos "inteligentes", "introvertidos", simplificando en exceso una realidad que es más compleja y cambiante.
Lo curioso es que este tipo de actividad es, la mayoría de las veces inconsciente, no dándonos cuenta de hasta qué punto estos repertorios condicionan nuestra vida.
Así por ejemplo, la vida entera de una persona puede girar en torno a "ser más", o a "ser mejor", o a "ser diferente de", o "ser lo contrario de".
Así, decimos que una persona es "buena" o "mala", nos relacionamos con una persona de manera diferente porque es "árabe", o pensamos de nosotros mismos que somos "inteligentes", "introvertidos", simplificando en exceso una realidad que es más compleja y cambiante.
Lo curioso es que este tipo de actividad es, la mayoría de las veces inconsciente, no dándonos cuenta de hasta qué punto estos repertorios condicionan nuestra vida.
Así por ejemplo, la vida entera de una persona puede girar en torno a "ser más", o a "ser mejor", o a "ser diferente de", o "ser lo contrario de".
Igualmente inapropiado puede ser asumir como razones válidas
de nuestro comportamiento la manera en la que nos sentimos o lo que pensamos en
algunas ocasiones. Así, no podré hacer tal cosa "porque estoy deprimido".
O si pienso que soy "menos que los demás" y no intento hacer algo que
me gustaría hacer.
Además, construimos constantemente historias sobre nosotros, sobre los demás, sobre las soluciones a nuestros problemas que pueden ser muy coherentes, pero que no necesariamente ayudan, pudiendo ser incluso parte del problema.
Nos fascina dar sentido, orden y coherencia a nuestra experiencia, incluso a costa de que nuestra lógica se pueda convertir en nuestra cárcel.
Además, construimos constantemente historias sobre nosotros, sobre los demás, sobre las soluciones a nuestros problemas que pueden ser muy coherentes, pero que no necesariamente ayudan, pudiendo ser incluso parte del problema.
Nos fascina dar sentido, orden y coherencia a nuestra experiencia, incluso a costa de que nuestra lógica se pueda convertir en nuestra cárcel.
Por último, otro conjunto de reglas muy extendidas en
nuestra cultura vendrían a decir que "para vivir bien, tengo que sentirme
bien", por tanto, "lo que tengo que hacer cuando me siento mal es
cambiar eso como sea", con medicación, drogas, televisión, comiendo o
durmiendo en exceso, retirándome del mundo, inventándome uno particular, etc.
Las implicaciones terapéuticas de esta aproximación tienen
que ver con fomentar el distanciamiento respecto al contenido de nuestras
emociones y pensamientos, y la aceptación de los mismos sin luchar o resistirse
contra lo que es un hecho, contra lo que ya está ocurriendo.
En este sentido,
han surgido numerosas terapias llamadas de tercera generación entre las cuales
se situaría la ACT, todas ellas comprometidas con cambiar la función de
nuestras emociones, pensamientos problemáticos etc. sin modificar la cantidad o
el contenido de los mismos.
Todas estas terapias tienen mucho que ver con prácticas ya habituales en otras culturas, como la oriental, tales como la aceptación, la meditación, la compasión con uno mismo y con los demás, etc.
Todas estas terapias tienen mucho que ver con prácticas ya habituales en otras culturas, como la oriental, tales como la aceptación, la meditación, la compasión con uno mismo y con los demás, etc.
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